6 – horizontes posibles

6.3 – nueva constitución

(probabilidad muy alta – incertidumbre)

– la Constitución de 1978 da sobradas muestras de agotamiento. Diseñada como gran digestor de las diferencias territoriales, a partir de 2008 aparenta estar colapsada.

– la implantación de alguno de los escenarios enunciados (secesión, Estado federal, cambios críticos…) forzaría la aprobación de una nueva constitución (o reforma de la actual).

– abrir el melón constitucional supondría el replanteamiento de alguno de los consensos básicos (monarquía, ley electoral, distribución del poder del Estado, poder judicial… ).

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6.4 – referéndum

(probabilidad muy alta – calentamiento – incertidumbre)

– como hemos visto, el apremio para la realización de un referéndum viene de los sectores independentistas, respaldados por partidos de izquierdas y numerosas organizaciones intermedias. También se precisa para modificar la constitución, o para plantear consultas de interés general.

– un referéndum conlleva una alta tensión política, dependiendo mucho de la temperatura emocional que imprima el gobierno convocante, de la redacción de la pregunta y de la campaña mediática asociada.

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6.5 – la bolivarización, horizonte incierto con muchos anclajes

(riesgo y probabilidad altos en un escenario de aproximación – calentamiento – incertidumbre)

– a partir de 2004, el gobierno de Zapatero modifica las alianzas internacionales del PSOE, aproximándose a los populismos sudamericanos. La otrora poderosa socialdemocracia alemana había perdido su brillo.

– se trata un horizonte de aproximación; de impacto en el caso de presentarse un escenario de crisis económica (ver, más arriba, el escenario nº 1).

– en un escenario de crisis económica y paro, el gobierno, con el poder coercitivo del Estado, impondría medidas drásticas justificadas en la gravedad de la situación y para garantizar la protección de colectivos vulnerables.

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retóricas bolivarianas

– aquí la retórica juega un papel importante. Los gobiernos no podrían implementar políticas que contravengan los sistemas de garantías del estado de bienestar, en el marco de la UE.

– por lo tanto, la estrategia populista consistiría no tanto en hacer estallar la revolución sino, más bien, poner contra las cuerdas al Estado, tensando al máximo la dialéctica social. Mediante la controversia y la polémica (convenientemente jaleados por sus apoyos mediáticos), imponer marcos ideológicos en el que el debate político se sustituya por la contienda de valores antagónicos o identidades en conflicto. Dosificando los enfrentamientos hasta donde la sociedad lo tolere.

– los elementos reiterativos de ese discurso insististirán en la desautorización y descrédito de los posicionamientos contrarios.

– la democracia no consistiría tanto en la libertad de elegir a unos representantes, si no en la apropiación de los espacios o las instituciones para ponerlos a disposición popular.

– generando un relato de victimismo social, identitario, o de género, de clase… o hasta de barrio.

– cuanta mayor dependencia de ayudas públicas mayor fidelización de la población.

– en caso de un fracaso final, se rentabilizaría el posicionamiento en favor de los colectivos desfavorecidos.

– a lo anterior, hay que añadir la importancia que da la izquierda a la propaganda ideológica, asegurándose con dinero público el masaje de los medios de comunicación; y alimentando el activismo de las redes sociales, para dar contundencia al relato simbólico.

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6.6 – crisis de la Unión europea o abandono del euro

(riesgo sistémico – calentamiento – incertidumbre)

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POPULISMOS BOLIVIARIANOS

socialdemocracia y confluencias

– en el contexto de una crisis generalizada del mundo occidental -que hacía tiempo que dejó de ser el paradigma- y al margen del sistema de partidos tradicional, otros grupos emergentes radicales le disputan al PSOE el protagonismo en la calle, movilizando a la opinión pública.

– muy activos tanto en la lucha urbana como en las redes sociales y en los medios de comunicación.

– también están presentes en departamentos universitarios y con representación en ayuntamientos; asegurándoles réditos económicos y sociales. Por último, mantienen un peregrinaje contínuo por los países latinoamericanos con gobiernos populistas.

– comparten con otros grupos la cultura de la transversalidad, junto con una cuidadosa elaboración del discurso político. Esta transversalidad proporciona sinergias para unir momentáneamente a organizaciones dispares en sus retos al Estado.

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populismos neocomunistas en latinoamérica

– con la prolongada experiencia del peronismo argentino, y más tarde, la revolución castrista, una serie de países, Cuba, Nicaragua, Argentina, Venezuela, Bolivia, Brasil, Uruguay, Ecuador o México… con mayor o menor fortuna van pasando por experiencias de gobierno con un denominador común: iniciar el viraje desde la democracia representativa hacia los gobiernos populistas.

– el movimiento tiene sus teóricos (principalmente, el argentino Laclau y la politóloga belga, Mouffe) y cuenta con amplios respaldos gubernamentales, articulándose alrededor del Foro de Sao Paulo (1990).

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la estrategia populista consistirá en establecer, mediante la controversia, unos marcos mentales en el que el debate político se sustituya por la contienda de valores antagónicos o en conflicto.

Se identifica y se define un enemigo (pueblo versus casta), dosificando los enfrentamientos hasta donde la sociedad tolere.

– se trataría, en los países de implantación, de ir sustituyendo la iniciativa privada por actuaciones de colectivización, mediante la presión social o la violencia en segundo plano.

– se fomenta el crecimiento de la población dependiente de las ayudas públicas, y por consiguiente su fidelización.

– los elementos reiterativos de ese discurso insististirán en el descrédito de la iniciativa privada, de la empresa o del mercado. Pero tambien abriendo controversias respecto a otras cuestiones, como la identidad de genero o la cultura heteropatriarcal, etc…

– la democracia no consistiría tanto en la libertad de elegir a unos represententes, si no en la apropiación de los espacios y las instituciones para ponerlos bajo control popular.

– se generaliza un relato social victimista y, en caso de fracaso, se rentabiliza el posicionamiento en favor de los desfavorecidos.

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