OTEGI EN JERUSALEN

07.10.2017 – tiempo: 4′ – dificultad: fácil – interés: ****

Otegui en Las Ramblas

 
Cuenta Hannah Arendt en Eichmann en Jerusalén cómo los Consejos Judíos invitaron a visitar Jerusalén a un joven funcionario, Adolf Eicmann, quien se ocupaba de organizar la logística de las clasificaciones, concentraciones y traslados definitivos de los judíos del III Reich y territorios invadidos.

Fue antes de la solución final. En Israel había preocupación por la avalancha de hebreos que les llegaban de Rusia y  de centroeuropa.  Individuos y familias de pocos recursos económicos y baja escolarización. Y lo que no podía ser peor; en precarias condiciones de salud.

Se temía que las repatriaciones masivas pudieran colapsar el nuevo Estado que se estaba construyendo con grandes sacrificios.

Alemania tenía un ambicioso y completo plan respecto a la población judía, que iba desde su concentración en ghettos hasta el destino previsto. Se establecieron contactos oficiosos para que a cambio de rescates económicos (que oscilaban en función del mercado) facilitar la repatriación de individuos sanos o con buen nivel formativo o con capacidad económica. A los restantes se les aplicaba el programa gubernamental. Se trataba de una operación económica en toda regla a través de negociadores reconocidos.

Los rescates se pagaban en dólares (o en joyas u obras de arte) lo que le venía muy bien para la economía de guerra alemana.

EEUU permanecía neutral en la guerra mundial. Las familias adineradas a través de los organizaciones judías norteamericanas y germanas aportaban importantes cantidades de dinero al gobierno alemán para rescatar a familiares y amigos retenidos. Que una vez liberados marchaban principalmente a Israel o a Estados Unidos.

Los intermediarios canalizaban importantes flujos dinerarios, recibiendo comisiones por su colaboración en el Programa alemán. Incluso contactaron con el todavía teniente Eichmann para sugerirle posibles mejoras de procedimiento. Teniendo en cuenta la situación de los territorios ocupados por los alemanes con importantes desplazamientos de población, para la elaboración de los censo y listas de clasificación era muy importante la colaboración de los propios judíos.

(En el cine y la literatura del momento se refleja cómo en los ghettos el dinero corría abundante.)

Y Eichmann, si bien le halagó la invitación, declinó la visita alegando exceso de trabajo (lo hará años más tarde sedado y a la fuerza).

(La Historia de la Humanidad es el relato y fuente de conocimiento más poderoso (ostras!).  No me creo del todo la frase esa de que los pueblos que desconocen su Historia están condenados a repetirla.)

El caso es que al entrar Estados Unidos en guerra con Alemania, pasando a ser país enemigo, los flujos de divisas se cortan en seco. La incorporación de los norteamericanos a las fuerzas aliadas conllevó la finalización de la cooperación de las organizaciones judías, por lo que se pondrá en marcha «la solución final«.


El 27 de agosto pasado, en la manifestación en Barcelona por los atentados del 17 del mismo mes, los que mataron a sus paisanos en Hipercor o los que asesinaron a Ernest Lluch, desfilaron entre aplausos por Las Ramblas.

Los catalanes no debían haberlo consentido. Ni que se retransmitiese el obsceno espectáculo por su TV3.
Hay líneas que no se pueden pasar.

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