LA PARADOJA DE LEAVITT Y EL BUEN ROLLITO

01.06.2000

En momentos como el presente se hace más necesario que nunca comprender las claves profundas de la realidad actual: ¿quiénes somos? ¿a dónde vamos? ¿qué tiempo hará este verano…?

Se ha puesto de moda en los ambientes académicos (no necesariamente de la lengua) la “Paradoja de Leavitt”, que formula un modelo explicativo de la Teoría Relacional sobre las organizaciones sociales.

Este investigador inglés, que dedicó toda su vida al análisis de las sociedades y grupos evolucionados, observó que las organizaciones que integran uno o varios elementos ¥ en sus relaciones internas reproducen un modelo de evolución perturbadora, de fácil desequilibrio estructural.

Pero, qué es, en resumidas cuentas, el factor ¥?

Pongamos un ejemplo que entendamos todos. En este caso un chiste (fácil):

Entra corriendo el soldado de la Unión:

¡capitán, capitán, que vienen los indios!
¿son amigos o enemigos?, le pregunta el capitán
deben ser amigos porque vienen todos juntos…

Pues bien, para el investigador británico ahí está la clave. En la capacidad para identificar como grupo o como interés colectivo lo que no es más que un conglomerado heterogéneo.

El factor ¥ hace que la ecuación relacional de Leavitt cambie de signo y retribuya con un bonus/ malus al sistema.

Ejemplos en la vida real?

Sin querer señalar (o queriendo, no lo tengo todavía claro) tenemos al grupo que lidera la política actual española: Maragall, Zapatero y (un suponer) Carod-Rovira.
Preguntémonos: ¿Son amigos o enemigos?
Respondamonos: … deben ser amigos, porque vienen todos juntos…

Respuesta errónea!!, por lo que asignamos una  ¥ al sistema.

Van juntos y aparentan (a duras penas) cordialidad pero en cuanto hayan terminado con las existencias actuales (ya sean los Archivos de Salamanca, Aeropuertos, la cuota fiscal o la gallina autóctona valenciana), comenzarán las disputas y a marcarse un nuevo expolio del Estado, o lo que quede de él.

Esto nos lleva a formular la segunda paradoja de Leavitt.

Veamos la muestra.

Son personajes públicos. De la política. Con poder para determinar las expectativas de nuestra vida futura, de mucha gente. Les hemos dado un poder excesivo sobre todos nosotros. Cada unos cuantos años se presentan para que les votemos y se presentan en listas cerradas. No podemos eliminar a los que no consideramos de nuestra confianza.

Están anclados en la política y son profesionales. Viven de ella.

Crean su propia demanda, se reproducen por esporas (si les dejamos, como en la película “El experimento del Dr. Quatermans” película que no creo que recuerde casi nadie lo que es mejor para los políticos).

Aquí en España sabemos que tienden a crecer ilimitadamente. Para muestra, la última movida, ajena totalmente a la calle y a las demandas de los ciudadanos.
Cada Autonomíia pasará a tener su Agencia Tributaria (mas empleos a repartir entre las esporas), su deuda histórica, sus fuerzas de seguridad, su representación en organismos internacionales, su cuota del 50% del IRPF, su Tribunal de casación (que no de parejas de hecho) propio…

Señores, las esporas han explotado y amenazan con reproducirse hasta el infinito. Peligro!!!

¡Lo que nos faltaba después del polen en la atmósfera, el cambio climático y el referendum francés…!

En una situación así, ¿qué hacer?

Hagamos  caso de los sesudos apotegmas de nuestro “Presi”:

Mesiés les diputeeeés…bon jour! Ye sui un diputé…

Godella a 1 de junio de 2005