TALLER DE ESCRITURAS

* McAitana – 16.09.21




8.- DE UN MOMENTO A OTRO – 25.07.21
RELATO CONDICIONADO POR EL CAMPO DE VISIÓN

Detrás de las cortinas yo podía ver parte del despacho.
De repente la estrecha rendija se iluminó y a continuación oí que la puerta se abría… luego, unas pisadas… Tudela estaba en la habitación.

Aunque no le podía ver, yo sentía el fuerte olor a colonia cara, su oronda flacidez, el continuo balanceo de su cuerpo sobre las piernas…
Y, al mismo tiempo que me llegaba su respiración entrecortada, yo rezaba: no tiembles… mantén la calma…

Tudela, forzando la voz, empezó a hablar:
– Armando, no tenemos tiempo. Lo has estropeado todo. Pudo haber sido una buena historia y, mira por donde, le contaste a Susana mis, digámoslo así, operaciones… ¡un caballero necio…!
– En cierto modo, tú tienes la culpa de que la matase, no me has dejado otra opción.
– Y ahora, vengo a por ti; lo supiste en cuanto avisaste a la policía…
(dio un hipido, pero inmediatamente recuperó el control),
– Has arruinado mi vida.

A la par que percibía la voz aproximarse, yo sentía que iba a explotar. En mi estrecho margen de visión apareció, primero un cañón gris acerado; a continuación su mano regordeta empuñando la Luger 45 y el anillo de brillantes; luego, los almidonados puños de su camisa con los gemelos de oro.

Tudela se mantenía equidistante de las cortinas que tapaban los tres balcones. Oscilaba indeciso, intentando adivinar en cual me encontraba.

– No voy a cometer el error de acercarme. En distancias cortas me superas. Por eso llevo tres balas en el cargador: dos balas dum- dum para tí. La tercera es la mía.
Y Tudela empezó un breve lamento sobre cómo se equivocó conmigo; que pensó en hacerme su socio, y que antes de que le detuviese la policía se quitaría la vida, pero primero me reventaría con las dum – dum, etc…
Le caigo muy bien, sí, sí… -pensé- pero primero tengo que salir de esta…

Prosiguió, desconfiado:
– Ahora, cuando te llame el comisario serás hombre muerto…

Se empezó a oír una sirena de un coche y acertó, porque el timbre de mi celular empezó a sonar indiferente tras la cortina.

BANG!!, BANG!!, los oídos me estallaron.
Un último BANG!!, y un ruido como si un fardo reventado se desplomase.
Aparté las cortinas y salí pitando (por los tímpanos). Pasé por encima del cuerpo mutilado. Lo primero: recogí mi iphone bajo la cortina desgarrada del balcón de al lado. Los dos estábamos intactos.

La sirena ya sonaba muy cerca pero yo me iría por el embarcadero para no cruzarme con el comisario.

Al salir, me tropecé otra vez con el muerto en el suelo. La cara destrozada de Tudela me dió asco; pero el impactante Hublot Big Bang Diamon de su muñeca, la sortija de diamantes y un puñado de billetes, me enamoraron.

Yo me lo metí todo en el bolsillo y me las piré.


* EL CONFORMISTA – 20.07.21