19.03.2015
Pocos días en el País Vasco bastan para percibir el nervio que se gastan. Mucha gente por la calle, las salidas de los colegios a tope, los grupos de mamás con cochecitos de bebés… La presión social -que sabiéndote de paso la percibes como anécdota-, las pintadas, los carteles de acercamiento de presos y hasta con los vecinos pre-ocupados en separar los residuos. Dan la impresión de que están por lo suyo, independientemente del nivel de radicalización o de la crisis, que también se nota.
De los pocos lugares en que las iglesias, abiertas, se pueden visitar durante todo el día.