PARA COMPRENDER LA II REPUBLICA. LO QUE NO TE CONTARON

9 MI REPÚBLICA

Y por último, mis notas más cansinas y patosas sobre este apasionante y controvertido periodo:


No pude terminar “La Guerra Civil española” de Thomas. Aparte de la lista de paseíllos y desmanes variados -que si no fueran trágicos serían chuscos- la conclusión que se saca con su lectura es que la República tenía ya un problema, al margen de la sublevación militar.

Años más tarde se ha documentado (manifestado por el propio Thomas) que el editor –Martínez Guerricabeitia (Ruedo Ibérico)- distorsionó y ocultó datos significativos del original en inglés para favorecer la versión frentepopulista.

Esta práctica se ha hecho norma (parecido ocurrió con las memorias de Don Nice) y ha contribuido a instaurar un «relato republicano» desde la mitificación y la idealización.


Nacido en el siglo pasado, desde pequeño pude hablar de lo ocurrido con personas de mi entorno. Recuerdo las referencias de mi madre al periodo de la «revolución» en 1936, lo que no se correspondía con lo poco que estudiábamos en el colegio.

Algunos conocidos que venían por casa comentaban, hastiados, lo que fue el hundimiento del frente de Aragón y el regreso en condiciones penosas, con los pertrechos abandonados y los mandos huidos.


Está claro que el franquismo se equivocó echando un manto de silencio sobre lo ocurrido. Poniendo a todos en el mismo saco (a la República y a los republicanos, masonesjudíosmarxistas, en la expresión de la época) nos privó de la lucidez de juicio sobre el periodo.

Cuando, a partir de los 60 fueron regresando los exiliados se puede imaginar el asombro de algunos al comprobar que tenían un folio en blanco para contar su versión. Y vaya que sí lo hicieron.

El problema es que a partir de esta carencia se construyó el relato republicano de “izquierdas”, sobre el insuficiente relato franquista. Ambos constructos se refuerzan. El franquismo buscaba la ignorancia sobre el período. Al relato “de izquierdas” le conviene esa ignorancia; la mantiene y la mitifica.

El franquismo también ganaba con esta mixtificación. Al final sus enemigos eran abstracciones: comunismo, la masonería o los judíos, lo que le permitía anatemas globales sin entrar a dar explicaciones. Se trataba de La Cruzada.


La República que perdimos

A la última parte de la monarquía, a pesar de la bonanza económica que supuso la Dictadura de Primo de Rivera, le correspondió una sociedad civil viejuna, acomplejada por su incapacidad de regenerarse ni de quitarse de encima la costra de rancio caciquismo. Por eso, sobre todo en las ciudades, el deseo de cambio, de modernidad civil, fue evidente. Y para eso, creo, vino la República.

Coincidieron una República ilusionada, pequeño burguesa y algo canalla a la par que otra también ilusionada, militante, pero autodestructiva. En esta polarización se sacudía su centro de gravedad emocional e ideológico. Y que funcionó mientras no se rompió su precario equilibrio.

Tenían a su favor el tirón económico que supuso la GMI con las obras públicas que dejó en marcha Primo de Rivera. Durante la república se concluyeron muchos proyectos iniciados en el Directorio. (Concretamente, en Valencia el centro de la ciudad moderna se ejecutó en el bienio de centro derecha -«bienio negro»- como lo llamó la izquierda).

Este legado corresponde significativamente a grupos mestizos republicanos de centro derecha a centro izquierda, que al final serán barridos por las escandaleras de corrupción. Eran partidos entre los que alguno se decía de izquierdas, nacionalista o radical, pero que en realidad lo eran poco.

Chapaprieta, Blasco Ibáñez, Lerroux, Ricardo Samper, republicanos retóricos, de izquierdas sin serlo, populistas de pandereta, nacionalistas de pacotilla… y, cuando gobernaron, a su alrededor se movió un vivero de personajes y grupos, a menudo de perfil bajo, pero que promocionó una sociedad comerciante y creativa; de clases medias y tolerante.

Ni que decir tiene que fueron arrinconados por sus propios pecados sociales y que con la radicalización que sacudió a la República no les quedó espacio ni para respirar. Desaparecidos como partidos políticos a raíz de las elecciones de febrero de 1936 sus integrantes tuvieron diversas peripecias personales.

Tanto en el último periodo republicano como en el franquismo (primera época) la represión fue intensa, continuada e implacable. Se produjo un efecto de “expulsión de la historia» de aquellos grupos e individuos, que resultaron ser víctimas de unos y otros.

El republicanismo pequeño burgués, el blasquismo, el populismo lerrouxista, los cedistas… todos estos desaparecerán del relato; y si aparecen lo será como extravagancia.

La lista de represaliados y perseguidos por uno y otro bando, o por los dos, por error, o por rencillas personales, es interminable y excede la capacidad de estas notas. Las sacas, los paseillos, las checas (especialidad comunista), el ensañamiento con las momias de las sepulturas (Gaudí)… constituyen una crónica macabra que, desgraciadamente, se prodigó.

En otro orden está también la represión sobre el anarquismo y de los grupos comunistas contrarios a la ortodoxia soviética.


Un imaginario republicano (estereotipado), libertario, liberal, populista, naturista, festivo y pequeño burgués es reemplazado por el que conocemos: militante, agrio, que desfila armado hasta los dientes y va esparciendo horror y muerte.

En ambientes urbanos «la gente» pudo vivir momentos de placidez republicana -satisfechos de dejar atrás la casposa sociedad anterior (cuando fuera casposa)- en un batiburrillo de mesocracia, menestralía y proletariado emergentes; y en consecuencia la calle se llenó de expresiones de enorme vitalidad y desmadre, manifestaciones que ya venían, algunas, de la etapa monárquica.

Muchos años más tarde todavía se recordarán en Valencia las Salas Bataclán, Edén Concert y Alcázar (evidentemente, estas salas fueron intervenidas en noviembre de 1936, por razones de moralidad revolucionaria y por supuesto, impensables durante la primera época de la Dictadura franquista).
EL BA-TA-CLAN

SALA BA – TA – CLÁN VALENCIA

Mientras la República se mantuvo, a duras penas, todas estas manifestaciones populares -descontroladas en ocasiones, pero también expresión de placidez popular- nos dan idea de la ilusión que acumuló.

Lamentablemente, y como sabemos, una radicalización rabiosa irrumpió en la calle y en la política, desquiciándolo todo, arrastrando la República a la locura que venía de Europa central: el pulso hegemónico entre el nazismo y el comunismo -entre la Alemania nazi y la Rusia comunista- que disputaron primero en colaboración (reparto de Europa) y más tarde en guerra abierta.


– reconociendo que fue periodo complejo y convulso la República tuvo sus momentos brillantes con un horizonte de esplendor propio.

– por último, resaltar que La República fue española y castiza y que en su imaginario se alojaba toda la diversidad territorial sin menoscabo del fuerte arraigo como nación (independientemente de movimientos nacionalistas que no tenían proyección más allá de la vida política de sus partidos). Algo que se ha perdido con el actual cluster Autonómico.


Estos comentarios personales, originalísimos y políticamente incorrectos, son el resultado de lecturas a lo largo de años y recogen también los testimonios directos de personas a las que les tocó vivir aquella experiencia.

FIN


2 opiniones en “PARA COMPRENDER LA II REPUBLICA. LO QUE NO TE CONTARON”

  1. La II República es una etapa muy compleja, como los períodos que se inician con la Restauración canovista o con la Constitución del 78.
    A diferencia de las sociedades anglosajonas, la política (y los políticos) siempre por detrás de la sociedad.
    Un saludo.

  2. Un punto de vista de la historia moderna muy interesante. Ya sabemos que la Historia, como la Verdad, tiene muchos ángulos. El que da vida el autor, es muy sugestivo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.