En este escrito recojo recuerdos de la etapa en el colegio de El Pilar -presentes aún los rigores de la reciente guerra civil- y de la Congregación Marianista.
El muchacho bien educado. Editorial S.M. Carabanchel Alto, Madrid. 1950
Quiero transmitir el reconocimiento a la labor educativa y personal que realizaron.
Y también, señalar las contradicciones o paradojas que se daban como consecuencia de los profundos cambios que vinieron. Y por lo que, en ocasiones, sus actores -los protagonistas en los tres escenarios que describo y también el alumno imago- fueron objeto de presiones o manipulados.
1.- El Pilar
El Colegio del Pilar de Valencia, durante el franquismo tenía fama de liberal.
Gentrificación. Corresponde al fenómeno del crecimiento espectacular de la demanda relacionada con la hostelería, ocio o turismo. Pero con gran volatilidad. Un cambio del pronostico del tiempo en la tele puede provocar la huída de visitantes esperados en un fin de semana, hundiendo las expectativas.
La gentrificación ha cambiado la forma de vida de las ciudades y pueblos. Y la pandemia del covid lo ha complicado más.
Territorio. En la E.M. el patrón de asignación del poder temporal (civil) era estrictamente territorial.
El señor es fuerte merced a un territorio suficiente. Y cuando decimos territorio se incluyen elementos que hoy en día no se contemplan.
El territorio incorporaba la población (que cultivaba la tierra y/o guerreaba)y sus recursos (agrícolas, ganaderos, forestales… ), lo que le permitirá al señor de la tierra asegura la subsistencia de los pobladores.
Por otra parte, no había que darle facilidades a la adversidad o a los enemigos. Dentro del orden feudal, disponer de una ermita o un monasterio, complementará la protección a multitud de amenazas no inventariadas, además de alcanzarse un apreciado equilibrio entre los elementos espirituales y los terrenales.
Del territorio se buscará disponer de su poder. Sus recursos son considerados en tanto garanticen la subsistencia y seguridad de los pobladores. No se va a adquirir nada fuera, ni se utilizará moneda. Se funcionará mediante el autoconsumo y el trueque. La resistencia, frente a todo tipo de desconocidas adversidades, será fundamental.
Por ello, se requerirá un doble patrón de reconocimiento; temporal y espiritual. O sea, el rey da y/o reconoce el poder; y la iglesia lo refrenda.
Cualquier manifestación de poder (material o espiritual) que prescinda de estos patrones de reconocimiento será dudosa; y dará lugar a recelos y conflictos (con templarios, judíos, irmandiños gallegos, moriscos o brujas… ).
Clivaje. El clivaje era el término utilizado por los picapedreros para prever el comportamiento de un bloque de piedra al romperlo. De ahí que, según para qué material, utilizarán la cuña requerida.
El concepto pasa a la sociología para explicar (y anticipar) la respuesta del cuerpo social ante un cambio incierto.
En España, el clivaje territorial perdurará más allá de la E.M., por la imposibilidad de gestionar las grandes extensiones empobrecidas, en las que los señores no se verán reemplazados por otra categoría social, conservando su representación institucional.
España seca/ húmeda. El mapa de España quedará dividido esquemáticamente en dos zonas: seca y húmeda. Pero el interior mantendrá su mayor cuota de poder político, que le venía desde la Edad Media.
La expulsión de los moriscos en 1609 fue un desastre de consecuencias imprevistas.
Los moriscos eran los moros bautizados, de forma voluntaria u obligatoria, tras la orden de los Reyes Católicos de 1502.
Estaban bien integrados en Castilla, en poblaciones de fuero real (realengos dependientes de la corona, sin obligaciones agobiantes). Mientras los cristianos cultivaban el cereal, ellos se dedicaban a la artesanía y a los oficios (albañiles, carpinteros, zapateros, barberos, venta ambulante…).
En Aragón,Andalucía, Murcia y Valencia, cultivaban principalmente las tierras del secano mediterráneo (al interior), con una agricultura diversificada (almendros, olivos, algarrobos, vid, frutales…).
Teniendo en cuenta que el territorio medieval contaba con su población vinculada, se alcanzará su máximo aprovechamiento; abancalando las laderas montañosas y haciendo cultivables pequeñas cuñas, en zonas secas o de acceso difícil.
Y también eran irreemplazables en las huertas y cultivos de arroz o caña de azucar, de las zonas costeras.
Componían una minoría versátil -sin llegar al medio millón- acostumbrada a todos los trabajos. Su adaptación al terreno iba acompañada del despliegue por alquerías y aldeas, con sus asentamientos familiares.
En las zonas pobladas alcanzaban mayor integración (habla, costumbres, forma de vestir…) pero no así en las retiradas.
Sobre el colectivo existían prohibiciones (como la difícil de verificar de acercarse al mar; o de mantener la esclavitud del periodo musulmán), y con el tiempo llegarán a constituir comunidades prósperas, con destacadas fortunas personales.
En ocasiones se posicionaban singularmente en las disputas entre los señores territoriales.
Y algunos se bautizaron como «cristianos nuevos«, dando lugar a especulaciones populares sobre la práctica de ritos ocultos.
Como vemos, constituían un colectivo peculiar, formando un tejido social característico, repartidos por toda la geografía, y que además de episodios de conflictividad, aportaban laboriosidad y un contraste muy vivo respecto a la cultura mayoritaria.
Y esta laboriosidad y adaptabilidad se manifestaba hasta en la compra, por comunidades moriscas, de tierras libres para su explotación.
El conflicto. A raíz de las exigencias tributarias de los señores de conquista andaluces, y el rechazo y protestas de la población morisca, se llegó a situaciones límite. Se produjeron revueltas campesinas, con interrupción de los caminos, bandolerismo e inseguridad. Y se temía que la fuerte inestabilidad fuera aprovechada por el rey francés o por los berberiscos para invadir España.
Al mismo tiempo, suponía un descrédito para la Monarquía que abanderaba la defensa del catolicismo en Occidente.
Todo ello dio lugar a que el Rey Felipe III ordenase la expulsión, aconsejado por el Duque de Lerma(con interés particular). Obviando las consecuencias negativas de la dispersión ordenada años antes (1570, 300.000) por Felipe II en Granada.
expulsión de los moriscos desde el grao de Valencia
Sin contradecir la decisión política (se hacían fuertes en terrenos inexpugnables, no acatando la autoridad real, o rechazando integrarse, etc…), las consecuencias de la expulsión no solo afectaron al interior de Aragón, Valencia o Andalucía. También a los regadíos de Valencia, Murcia o la Alpujarra. Para la ciudad de Valencia, fue la ruina.
La expulsión vino a completar el mapa de lo que actualmente llamamos España vacía. A las grandes extensiones del secano mesetario, en declive a partir del siglo XV, se agregarán, en el siglo XVII, las tierras interiores de los reinos de Aragón, Valencia, Murcia y Andalucía.
La nobleza valenciana cuando se percató del desastre intentó inutilmente paralizarla.
Se abandonarán los cultivos, en terrenos complicados a donde ningún cristiano quisiera ir, lo que contribuirá a la erosión y desertificación progresiva del territorio. Y a los cultivos les seguirán fincas, dominios monásticos, palacios y comarcas enteras.
Supuso el descalabro económico y una importante pérdida de población para los reinos de Valencia (33%), Aragón (20%) y Murcia, así como para otros muchos señoríos de las tierras secas.
La expulsión, en cifras: Valencia 117.464 (33% de la población total) Aragón 60.818 Cataluña 3.716 Castilla y Extremadura 44.625 Murcia 13.552 Andalucía occidental 29.939 Granada 2.026 EXPULSADOS 270.140 – 300.000, de una población total morisca de 350.000
La operación salió mal. En los señores feudales, principalmente andaluces, subyacía la idea de rescatar las tierras para cederlas a nuevos colonos, a cambio de mayores tributos.
Al alterarse el equilibrio secular (territorio – población) las expectativas fracasaron. Se ocuparon las tierras más ricas, abandonando el resto, dando lugar a baldíos y tierras yermas.
Pero la organización territorial e institucional continuará igual. Los señores, empobrecidos, se replegarán a las cabeceras comarcales, manteniendo su rango e influencia social.
Los efectos en el tiempo de la expulsión tendrán mucho que ver con la decadencia española de los siglos XVII, XVIII y XIX. Y el abandono y la decadencia se harán más evidentes en el mapa del interior peninsular.
De todas formas, y con todas las salvedades, la medida fue ineludible; de ahí que se desviara en beneficio particular.
En los procesos de consolidación de los Estados nacionales, la represión aplicada sobre los moriscos es comparable a la llevada a cabo en Francia contra los cátaros (s. XIII), o los templarios (siglo XIV)… La existencia de poderes (temporales) de origen no territorial, no tenía cabida en el marco mental de la época, interpretándose como una amenaza.
La población morisca que continuó quedó diezmada y desprovista de sus estatus como comunidad. Muchos de los expulsados retornaron, a Castilla, Valencia o Murcia. Los que sobrevivieron al expolio que padecieron al desembarcar en la berbería (luego del que padecieron aquí), se instalaron en el magreb o Turquía.
La república llegó de la mano de la monarquía desacreditada, en medio de una fuerte crisis moral de la sociedad española.
Tenía ante sí el reto, y la responsabilidad histórica, de sacar adelante el proyecto del nuevo Estado, en una situación interna compleja y en un contexto de crisis europea.
Está redactada (leer…) con una prosa clara y directa, alejada de la ambigüedad; lo que contrasta con el prolijo articulado, preñado de subordinadas, polisemias y declaraciones de intenciones, de la actual.
La constitución republicana favoreció la cohesión de los poderes del estado, dando protagonismo al parlamento y a la presidencia. En ese aspecto, tuvo mejor diseño que la del 78.
No contempló la posibilidad de cesiones territoriales o de autodeterminaciones: «la constitución republicana es unitaria, no federal” (Azaña).
Bajo la forma de «Estado Integral» reguló un restringido proceso para el reconocimiento de REGIONES AUTÓNOMAS.
Únicamente llegó a ponerse en marcha, plenamente, la catalana, por lo que el Congreso no llegó a verse desbordado.
Estableció los instrumentos jurídicos necesarios para defender la república de sus enemigos (inicialmente los focos monárquicos). Y la durísima Ley de defensa de la República, fue la herramienta que se aplicó a los desafíos de los nacionalistas. Para más información clica aquí.
Por todo ello fue un instrumento eficaz en la preservación de la república. Y, a pesar de la torpeza en la acción política, mantuvo la integridad del estado hasta el final.
A partir de una concepción unitaria del Estado, refuerza el protagonismo del Presidente de la República y el de las Cortes: «Los Diputados, una vez elegidos, representan a la Nación.» (art. 53) «Antes de promulgar las leyes … el Presidente podrá pedir al Congreso, en mensaje razonado, que las someta a nueva deliberación.» (art. 83) Y otorga al Presidente generosas facultades para tutelar la vida política: «El Presidente de la República nombrará y separará libremente al Presidente del Gobierno…» (art. 75) «El Presidente de la República podrá convocar el Congreso con carácter extraordinario siempre que lo estime oportuno.» (art. 81) «El Presidente podrá disolver las Cortes…» (art. 81) «El Presidente de la República… podrá nombrar uno o más Ministros sin cartera.» (art. 88)
El cuadro «El Abrazo» del valenciano Juan Genovés, pintor próximo al PCE de la época, refleja el sentimiento, la emoción por el reencuentro y carece de elementos icónicos que permitan atribuir algún posicionamiento ideológico o político. Abrazo entre españoles que, con su gama de colores de tonos contenidos, expresa la temperatura emocional de la izquierda mayoritaria, ante el acuerdo. Lejos de la simbología característica del 36, sin recurrir a exaltaciones frentepopulistas, a la que nos tenían acostumbrados. A partir de ahí, cualquier otra valoración será voluntarista. El cuadro es explícito.
En la actualidad, este «abrazo», no es reconocido por una mayoría de la izquierda reagrupada. Pero, al menos, ha venido funcionando 40 años.
Las expectativas eran grandes; íbamos a visitar el Monasterio de San Salvador. Marisa se exaltó: –– ¡Por Dios, desde el año mil!, ¿os lo imagináis…? Es un conjunto extraordinario: guarda restos de la historia de Castilla y Navarra, y a tope de obras de arte… ¡una maravilla!
En pleno corazón de las merindades burgalesas, el monasterio de San Salvador de Oña (Burgos), fue fundado en el año 1011 por el conde de Castilla, Sancho García. Su jurisdicción se extendía por Burgos, Cantabria y el valle del Pisuerga. Fray Ponce de León en el siglo XVI instauró allí la primera escuela de sordomudos del mundo; y en la granja del monasterio se aplicaban innovaciones hidráulicas y botánicas… La grandiosa iglesia y el claustro se levantaron en estilo románico y gótico. Además, en el panteón Real reposan, entre otros, los restos de Sancho II El Fuerte, o los del Rey de Pamplona, Sancho III…
Llegamos el domingo por la mañana y el movimiento por el pueblo era escaso. Preguntamos en el bar, pero nadie supo informarnos. No les sonaba lo del Monasterio, pensaban que había un psiquiátrico; en fin, no estaba claro. En cualquier caso, algo pondría por allí… no tenían ni idea. Extrañados, nos acercamos al conjunto de edificios. Un cartel señalaba los días y horas de visita. El problema es que era de varios años atrás. La puerta de acceso a la antigua granja cedió fácilmente al empujarla, y nos asomamos. El lugar parecía abandonado; las construcciones estaban abiertas y con derrumbes, no había un alma… Nuestras caras reflejaron la desolación del lugar. Decidimos probar suerte con la Iglesia; en un papel fijado en la puerta, ponía: “para visitas llamar al … “. Vino el voluntario, que nos comentó que le resultaba más cómodo esperar en su casa; y que las recientes lluvias habían provocado la ruina de varias zonas del monasterio, por lo que era peligroso entrar… –– Son 3,50 euros por persona, pero no son para mí– precisó.
Nos miramos consternados; íbamos de sorpresa en sorpresa. Entregó un audífono a cada uno y nos franqueó el paso a la impresionante basílica: –– …pasad vosotros, yo esperaré fuera.
A partir de aquí la iglesia, con sus obras de arte, sus tesoros y su magnífico claustro, quedó a nuestra entera disposición. En una dejadez evidente, en una medio penumbra, hicimos aquel recorrido único, extraordinario, precario… Vacilábamos, entre la emoción o el asombro, recorriendo, solemnes y en silencio el conjunto monumental. Disfrutando de aquellas maravillas reservadas, ahora, para nosotros. Cuando, a nuestro aire salimos, el voluntario nos estaba esperando; junto a una «paraeta», en la había preparado pequeños recuerdos: pegatinas, varias postales, algún librito, estampas, etc. –– Es una selección que hago entre las tiendas del pueblo. No gano nada– precisó.
Por la noche, en Burgos, comentábamos, tomando unos vinos, la profunda impresión que nos dejó la visita. Marisa lo dijo claramente: –– ¿Cómo puede estar semejante patrimonio, así desatendido, sin medios, y expuesto a merced de cualquier desaprensivo? Lo que nos sirvió a todos para hacer una reflexión sobre la decadencia de Castilla, y de España.
En las calles, al caer la tarde, la juventud se desparrama alegre y confiada por las terrazas. Cualquier observador percibirá el flujo coral, la agitación, el trasiego: hablando de mesa a mesa, gritando… Una multitud variopinta y desbordada: clientes y camareros, chicos y chicas, de todos los lugares… ¡imposible seguir la conversación más allá del ruido ambiente!
Se trata de esa mezcla informal, tan meridional ella, que proclama el triunfo del desenfado y del goce: ¡el despelote!
Estamos en Valencia, en una terraza por Ruzafa. Los comentarios, excitados, se precipitan en torno a la noticia: la explosión de los astilleros de la Base de Rota.
El caos y el nerviosismo corren como la pólvora: –– Dicen que han sido los rusos, en represalia por lo de la OTAN.
Para colmo, horas más tarde, comandos de los CDR catalanes han cortado los accesos a las autopistas. La confusión es total.
–– Ha dicho Sánchez por la tele que no es seguro lo de los rusos. Que lo van a averiguar. –– ¿Y lo de Cataluña…? –– Que lo de Cataluña sólo es una gamberrada… –– ¿Y sigue sin localizar a Aragonès?
Es la forma de creerse protagonistas. Acostumbrados a ser ninguneados, el rumor o la anécdota es su única opción. En la mesa de al lado, una ruidosa despedida de soltero. Algún chico con faldas de tul, la mayoría de ellas con estúpidos gorritos:
–– Ha sido tremendo. Han mandado a la UME. –– Tía, en el chat, mi primo dice que el humo se ve desde Cádiz. –– Pues seguro suspenden las elecciones… –– ¿habéis probado el mojito de tequila? Es total.
En las calles, al caer la tarde, la juventud se desangra alegre y confiada por las terrazas. Deslumbrada, se agita y se estremece persiguiendo la felicidad.
Aquel fin de semana preparamos una excursión familiar al bosque. Jaime y Vanesa, ilusionados, buscaron previamente por internet. Y un compañero les informó en el chat del colegio, no porque tuviera un conocimiento directo, claro está; simplemente por haberlo oído comentar a sus padres, o mejor, a un abuelo.
Llevábamos varios decenios en los que las grandes ciudades y su entorno concentraban toda la población, toda la presencia. Lejos quedaba la prolongada decadencia de las zonas del interior: abandono, pérdida de actividad… como también, los incendios, el calentamiento global o la misma pandemia… Con el declive de la nieve y de la caza, el bosque y las montañas acaparaban menos de una diezmilésima parte de la actividad de internet.
El fenómeno se percibía más en el litoral. El trabajo y el ocio se concentraban en las estrechas franjas costeras; y ese vuelco era, ya, irreversible. Y, a nivel mundial, la cuestión estaba bastante estabilizada. Ir a los frondosos territorios alejados de las ciudades era una actividad ocasional o anecdótica. Quizás rara.
–– ¿Habéis pensado a qué bosque sponsorizado iremos? –preguntó Marisa. –– ¡Al de Aitana! ¡al de Aitana! –respondieron al unísono los niños. –– ¡Tiene aroma a fresa!
Marisa y yo nos miramos. Debido al cambio climático se estaban repoblando los bosques con captores sintéticos de humedad, a base de gelatinas perfumadas. Los resultados no eran malos y las réplicas fake inundaban el paisaje. Patrocinadas por firmas conocidas, como Disney, Zara, o el mismo Bill Gates, las visitas seguían cierto protocolo: se repartían gorritos, pegatinas y dorsales numerados. Este año, el lema compartido a nivel autonómico era: ¡El Planeta Tierra Tiene Motivos Para Ser Feliz!; y Rosalía triunfaba con la canción «Memnba Terra«.
Una vez en el coche, luego de marcar el destino en el piloto automático, les recordé: –– Y no olvidéis de configurar la cámara del móvil, para que elimine los horrorosos molinillos eólicos; ¡empastran las fotos!